viernes, 4 de febrero de 2011

NO HAY FUTURO

NO HAY FUTURO
El cielo se volvió totalmente negro. Parecía como si el sol hubiera huido para no volver jamás.
 La gente salía de sus casas para ver aquel espectáculo tan admirable como tétrico. Hablaban entre ellos, que seguramente seria algún fenómeno que ocurre cada cierto tiempo, como pasa con los cometas.
Algunos niños sonreían y otros lloraban. Los mayores sabían que aquello no era nada bueno. Solo se podía ver por las luces de las casas. Pero de pronto se apagaron. Aquello ya no era tan divertido, en cualquier rincón podía ver algo extraño que quisiera atacarnos, y no lo veríamos. Mecheros y velas se encendían rápidamente.
Un relámpago ilumino el cielo y las caras de la gente, que ya veían la salvación mucho más cerca.
Aquello comenzó a iluminarse repetidamente, como si fueran fuegos artificiales. La gente cansada de tanta tontería, regresaba hacía sus casas, con sus hijos y sus perros.
Todo quedo en silencio, como si alguien hubiera apagado la voz del mundo. De pronto unos pequeños agujeros empezaron a abrirse en el cielo. En ellos se podía ver, plataformas del tamaño de un hombre 2,00 metro de altura, y 1,50 metros de anchura, de brillantes colores que se intercambiaban unos con otros y parecían pasar de una plataforma a otra. Se movían de diferentes maneras, muy rápidamente o lentamente, y también se enroscaban sobre si mismas, como un gato al dormir.
De golpe se pararon todas, y abriéndose y cerrándose a gran velocidad se dirigieron a la tierra. Los seres humanos que había allí abajo, comenzaron a correr y a gritar, montándose en sus coches y en los que no eran suyos, cogiendo autobuses atascados en medio de la carretera, o escondiéndose en tiendas, asustados como ratas perseguidas por gatos.
Compras tiradas y pisoteadas en el suelo, gente sangrando por la brutal marabunta. Toda la ansiedad, el miedo, el terror, todo se junto allí. Todo lo que amenaza la existencia pacífica de la raza humana, y de uno mismo, se juntaron en una reunión macabra.
Miles de ojos miraban aquellas extrañas cosas que se acercaban a la tierra, y que parecían que no iban a llegar nunca.
 La gente estaba pensando que aquello sería algún truco publicitario, y que de aquellas bolas, saldrían unas personas disfrazas con carteles o megáfonos, anunciando una tienda nueva, o haciendo referencia a un programa de televisión.
Pero los más creyentes en otros temas, pensaban que ya había llegado la hora, y que todas las risas, y mentiras, que se habían contado sobre los seres de otros planetas, ahora se harían realidad.
Despacio para nuestros ojos se iban acercando, dejando una estela negra, como anunciando algo terrible, y que pasaría en muy pocos minutos.
La gente se escondía dirigiéndose hacía su casa, porque pensaban que allí estarían mucho más protegidos. Se imaginaban que eso era su fortaleza y que al conocérsela de arriba a abajo, nadie los encontraría ni podrían entrar.
Muchos observaban aquellas maravillas que venían hacía la tierra.
Todos y todas se escondían, sin saber que iba a pasar. Pero presentían que no sería nada bueno.
La policía se encontraba desplegada en las zonas evidentes para un aterrizaje.
Ambulancias se dirijan hacía los lugares señalados.
El ejercito se encontraba también desplegado, pero escondido, para un ataque sorpresa.
Gente armada con piedras y palos, o cualquier objeto contundente, todo ello para defender a la familia con la que se encontraban, y otros para sacarse las castañas del fuego a si mismos.
Cada vez se encontraban más cerca.
Los nervios, la angustia, y el miedo de las personas allí presentes se hacía cada minuto más despiadado.
Por fin, los ojos de la gente pudieron ver aterrizar a esos objetos plateados que se abrían y cerraban.
 La policía se acercaba tímidamente, a la vez que protegían  a los curiosos de su acercamiento.
Habían abierto un agujero en el suelo, hondo como si se fueran a enterrar, del él salía un humo muy caliente, que casi quemaba a la vista.
De repente, aquellas bolas levitaron y comenzaron a dar vueltas a toda velocidad. Helicópteros del ejercito sobrevolaban aquellas extrañas pelotas grandes, las vigilaban por si tenían que intervenir.
El color de aquellas bolas comenzó a cambiar como al principio, tornándose en varios colores. Se posaron en los bordes de sus respectivos agujeros, sin parar de dar vueltas. Todos los ojos del mundo se encontraban en nuestra ciudad, cámaras, luces, focos, fotos, videos, toda la parafernalia tecnológica posible, estaba allí. Nadie estaba seguro de lo que iba a pasar momentos o incluso horas después. Uno de los policías se alejo del cordón policial que habían colocado, para tocar una de aquellas bolas de colores. Llevaba un traje ignifugo, casco y guantes, se acercaba despacio, con las manos delante del cuerpo, como si de un boxeador se tratara. Despacio, sin perder la vista de aquella forma redonda, parecía un gato escondido para atacar a una paloma.
Estaba apunto de tocarlo, cuando un humo salió de aquella bola, y lanzó al policía unos metros más lejos al suelo. Su traje soltaba un humo que a la vista parecía normal,  pero que estaba haciendo gritar al señor de debajo. Cuerpos de la salud, y varios de sus compañeros, lo arrastraron para ponerlo a salvo, y poder atenderle.
Para las personas allí presentes, aquello fue como si las hubieran golpeado primero, el silencio se hizo eterno, y las caras afligidas eran a cada momento más pronunciadas. Aquel policía fue puesto en una camilla la cual fue trasladada en ambulancia hacía el hospital, con las complicaciones que eso tenía.
Aquellas bolas comenzaron a girar otra vez más rápido que antes, tanto que casi ni se veían. Pararon bruscamente, y de ellas habían salido cuadraditos formando un cuerpo, y dentro de ellos se veía como circulaban corrientes y luces, nadie podía crecerlo, pero allí estaban, de pie, mirando a todo lo que les rodeaba.
 Nadie sabía si eran hostiles, ni si querían algo especial y luego se marcharían, pero todo el mundo pensó en lo peor.
La policía intercambio unas palabras a través de micrófonos, pero los alienígenas no decían nada, solo observaban. Les advirtieron varias veces, pero ni una sola contestación por su parte. Ninguno de los policías se atrevía a acercarse, ya que se acordaban del compañero. El ejercito vigilaba escondido, por tierra y por aire. Los alienígenas se miraron entre ellos, como para decirse algo que nadie oyó.
De pronto comenzaron a correr en diferentes direcciones, unos corriendo humanamente y otros dando vueltas sobre si mismos. Nadie sabía donde iban, la policía les advirtió que se detuvieran, pero no hicieron caso,
Una mujer sostenía a su niño de tres años en brazos, pero aquel alienígena se lo quito como quien tira de un manotazo un vaso de plástico de una mesa. Los escondían en sus espaldas, las balas de los policías y del ejercito no les hacían nada. Poco a poco los niños iban siendo agarrados de sus madres o padres, que si se resistían eran empujados o atacados violentamente. Las lágrimas se mezclaban con los gritos, pero nadie podía hacer nada de nada.
De sus manos salían unas luces como de coche, y apuntaban siempre a alas tripas de las mujeres. La gente pensaba que era para iluminar el camino o por la oscuridad.
Aquello se había convertido en una guerra que los humanos no podíamos ganar, pero luchamos por ello. Al cabo de cinco horas todo acabo. Muchas infraestructuras estaban destruidas, pero lo que más se echo por tierra, fue el ánimo y la alegría de la gente.
Aquellos seres no querían matarnos, ni destruir nuestros bienes materiales. Lo que habían conseguido era destruir nuestro futuro, nuestras ganas de vivir. Nuestro mundo seguiría en pie, pero nosotros desapareceríamos lentamente y sin más opción que la muerte. Aquellas luces que salían de sus manos, no eran para ver la por la noche, si no unos rayos que daban muerte al feto de las madres embarazadas. Las cuales nunca más podrían procrear.
Nadie ocuparía nuestro lugar, y la raza humana dejaría de existir para siempre.
DAVID COMÍN PARDOS

1 comentario:

  1. Espero que esta situación no se de nunca. Tu te inventas estas historias, pero yo las sueño, me recuerda a un sueño que tuve hace muchos años y que me dejó impactada ya que todavía lo recuerdo- También recuerdo otro que venian con naves a buscarnos, a rescatarnos de nuestro fin del mundo.

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